MARTES, 25 de mayo de 2021 (American Heart Association News) -- El dÃa en que Jordan Chaffiotte, de 23 años, fue dada de alta del hospital tras su exitosa operación a corazón abierto deberÃa haber sido feliz. Un motivo de celebración.
En cambio, se encontró sollozando en la sala con sus padres y su hermana, luchando contra la culpa y la depresión.
"Antes de salir del hospital, el médico me dijo claramente que, después de una operación de corazón, era normal tener sentimientos de depresión", dijo Chaffiotte, de Bridgewater, Nueva Jersey. "Todos los médicos me advirtieron de que me sentirÃa asÃ, pero no esperé que realmente me ocurriera".
Los sentimientos de depresión después de una operación del corazón –o de cualquier tipo de evento cardÃaco– son comunes. Sin embargo, también pueden aumentar considerablemente el riesgo de que ocurran complicaciones e incluso muerte. En un estudio de 2017 en el European Heart Journal se encontró que ser diagnosticado con depresión en cualquier momento después de un diagnóstico de enfermedad cardÃaca duplica el riesgo de tener una muerte prematura.
La relación entre la depresión y las enfermedades del corazón se ha estudiado durante décadas y tiene dos sentidos. El estudio del European Heart Journal demostró que aproximadamente 1 de cada 5 personas con enfermedades cardÃacas padecen una depresión grave, y un número aún mayor declara algunos sÃntomas. Incluso, estar deprimido también aumenta significativamente el riesgo de que una persona tenga problemas cardÃacos, hasta en un 64%, según una investigación destacada por el Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre.
¿Por qué se vinculan tan de cerca estas dos cosas?
"Esa era una buena pregunta hace 25 años, y la seguimos haciendo", dijo Robert Carney, profesor de psiquiatrÃa de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis. En 2014, fue coautor de una declaración cientÃfica de la American Heart Association en la que se recomendaba considerar la depresión como un factor de riesgo de malos resultados posteriores a un infarto.
"Hay múltiples posibilidades en dos grandes campos. Uno es biológico y el otro es conductual", agregó.
Las personas con depresión tienen una respuesta más fuerte al estrés, que libera mayores niveles de la hormona cortisol. Demasiado cortisol puede dañar la salud del corazón, dijo Carney.
Las personas deprimidas también pueden tener una presión arterial alta e incontrolada, una frecuencia cardÃaca elevada, mayores niveles de inflamación y la aglutinación de las plaquetas de la sangre, lo que puede dar lugar a coágulos.
Desde el punto de vista del comportamiento, Carney señaló que las personas deprimidas son más propensas a adoptar conductas que aumentan el riesgo de padecer enfermedades cardÃacas, como llevar una alimentación poco saludable, subir de peso, fumar, beber demasiado alcohol y no hacer suficiente ejercicio. También es menos probable que tomen los medicamentos necesarios para el corazón.
Aun asÃ, no todas las personas con depresión desarrollan problemas del corazón, dijo Carney. Del mismo modo, no todas las personas con enfermedades cardÃacas se deprimen. Algunas personas no muestran signos de depresión hasta que se produce un evento cardÃaco. Otras, como Chaffiotte, descubren que los problemas cardÃacos agravan un problema de salud mental subyacente.
"La operación puso de manifiesto algo que ya existÃa", dijo Chaffiotte, a quien se le diagnosticó la depresión unos meses antes de la operación. Nació con un raro defecto cardÃaco conocido como anomalÃa de Ebstein, con el cual una válvula defectuosa permitÃa que la sangre se filtrara y se acumulara en el otro lado de su corazón, haciendo que este se triplicara.
Luego la vida la golpeó con una serie de eventos estresantes. En los meses anteriores a la operación, la abuela y dos tÃos de Chaffiotte murieron. Pero no fue hasta que sollozaba incontroladamente por un pequeño error en el trabajo que se dio cuenta de que algo iba mal.
"Sentà un abrumador sentimiento de culpa y fracaso, y que estaba defraudando a la gente", dijo. Fue entonces a consultar a un terapeuta.
"En esa conversación, establecà la conexión de que probablemente no se trataba del error del trabajo, sino de todo lo que ocurrÃa en ese momento. No fue la cirugÃa en sÃ, sino que ese factor de estrés en particular me permitió ver cuánto habÃa estado manejando yo sola, pensando que todo el mundo se siente asÃ".
La depresión que ocurre después de un ataque al corazón, una cirugÃa u otro evento similar puede ser de corta duración, dijo Carney, sobre todo en personas que no tenÃan sÃntomas previos de depresión.
"Es más común en personas jóvenes", señaló. "Se preguntan: '¿Cómo me puede estar pasando esto a mÃ?' Cuando se dan cuenta de que no van a morir y reconocen lo que tienen que cambiar, como dejar de fumar o hacer más ejercicio, los sÃntomas de la depresión disminuyen".
Para otros, la depresión es crónica o recurrente, dijo Carney. "Puede que se depriman menos durante un tiempo, pero luego vuelve a suceder".
Chaffiotte, que ahora tiene 27 años, sigue lidiando con ataques de depresión cuatro años después, mientras aprende a vivir con las limitaciones de una enfermedad cardÃaca de por vida. Toma medicamentos antidepresivos y acude a un terapeuta. También ha aprendido a procesar los sentimientos a medida que se producen.
"Muchos de los desencadenantes de mi depresión no se relacionan con el corazón", dijo. "Son las mismas cosas con las que he lidiado toda mi vida. Necesito tener logros. No quiero decepcionar a las personas. Soy complaciente. Trato de balancear muchas cosas a la vez.
"Además, está esa experiencia persistente de haber pasado por la operación del corazón y saber que se supone que debo estar agradecida de estar viva, y lo estoy. Pero también me siento muy atrapada a veces, abrumada por todas las cosas que me suceden".
Los medicamentos como los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, llamados ISRS, y la psicoterapia han demostrado ayudar a los pacientes cardÃacos, dijo Carney. Sin embargo, no está claro si tienen algún beneficio para la salud del corazón. En los estudios se han mostrado resultados mixtos.
Aun asÃ, tratar la depresión en una fase temprana de cualquier persona que tenga sÃntomas es importante para mejorar la salud mental, dijo Carney. "Si se puede tratar en sus principios, las posibilidades de éxito son mucho mayores que si se deja persistir".
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Por Laura Williamson